domingo, 20 de febrero de 2011

'Saw VII 3D', asesinando la franquicia

La séptima entrega de casquería cinematográfica actual ya está aquí. O lo que es lo mismo, Saw 7, una nueva película con sumamente rebuscados modos de exterminar, trocear, picar, casi atomizar, a un cuerpo humano. Y cuyo argumento da más giros que las aspas de un helicóptero.



Hace tan sólo seis años se filmó ‘Saw’ (id, James Wan, 2004), mediocre thriller que se salva de la quema por sus espléndidos veinte minutos finales. El éxito fue tal —hablamos de un film de poco presupuesto— que desde entonces ha generado una secuela por año. Aún recuerdo cuando los creadores de la franquicia anunciaron que llegarían hasta una sexta entrega, emplazando la acción por los cinco continentes. Nos mintieron vilmente, Jigsaw no sólo la palma allá por el cuarto episodio, sino que no sale de los Estados Unidos, y tampoco lo hacen sus herederos, aquellos que siguen practicando sus juegos, movidos por sabe Dios qué disfunción cerebral.

Si hasta la desaparición de Jigsaw, los famosos giros argumentales de la saga se utilizaban para saber qué ingeniosas trampas tenía preparadas para sus víctimas, ahora están al servicio de saber quién es el nuevo culpable o culpables. El protagonismo del carismático Tobin Bell ha quedado relegado a un papel secundario, perdiéndose frescura y sobre todo dejando de lado el principal motivo por el que Jigsaw hacía todo lo que hacía, por muy retorcido que fuera. Pero los tiempos cambian, y aunque los estadounidenses se impresionan con poca cosa, ‘Saw VII 3D’ (‘Saw 3D’, Kevin Greutert, 2010)) es sin duda, el film más bestia, hablando en términos de exposición sangrienta, que ha salido de USA en muchos años. Todo ello para que el amante de las vísceras y los miembros despedazados se lo pase en grande, sumándose además la nueva moda de las tres dimensiones, probablemente la única razón de existencia del film.

El film da inicio con una de las famosas trampas prueba de Jigsaw. Esta vez un trío amoroso deberá pagar las consecuencias de andar jugando con el amor. Tienen un minuto para decidir quién de los tres morirá antes de que sierras mecánicas convenientemente afiladas dividan sus cuerpos en dos. Lo más llamativo del asunto no es saber cómo demonios han sido colocados en pleno centro de un área comercial tanto el artilugio como las víctimas. Un cristal blindado les separa del exterior donde se amontonan infinidad de transeúntes que, movidos por el morbo de la situación, no dejan de mirar, y hasta sacan sus teléfonos móviles para grabar. Una pena que todo se diluya en pos de ver unas cuantas tripas desparramadas por el suelo, y la leve crítica hacia el afán de voyeour de la sociedad actual desaparece por completo.
A partir de ese instante ‘Saw VII 3D’ es un desfile sin sentido de escenas sangrientas, presumiblemente impactantes, y con carambolas más que giros, argumentales, que terminan por hundir los pocos elementos interesantes que tenía la saga, al menos en sus primeros títulos. Ahora ya no importa que las trampas ideadas por Jigsaw hagan meditar a las víctimas, las cuales no eran precisamente las personas más buenas del mundo. Ahora se trata de idear la trampa mortal más bestia posible, y con un mecanismo incluso difícil de entender, de forma que absolutamente todos morirán, por lo que cualquier intento de salvación es inútil. La gracia ya no reside en que alguien se salve, sino en presenciar cómo un montón de carne humana se despedaza de formas inimaginables. No hay guión, no hay coherencia, al fin y al cabo no se necesita para llenar la pantalla de hemoglobina.

Por: Dakkar

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